viernes, 17 de agosto de 2007

Los Dados

La última vez que vio la luz del sol, fue el día siete, también fue la primera vez que vio esos dados que ahora lo atormentan. Les presento a Eric, aunque pueda que lo conozcan más de lo que ustedes piensan con el simple hecho de mirar esta imagen; ya que el mayor rasgo y pista sobre quien es se encuentre en su rostro, el cual siempre tiene algo que ocultar, lo cual usualmente hace la oscuridad.
No hace mucho, Eric era un muchacho casi totalmente normal y digo casi, por que desde el momento de su nacimiento él sabía que así como vivió los primeros días de su vida, así los terminaría, encerrado. Esto hizo que Eric se convirtiera en una especie de parasito, siempre aprovechándose de todo lo que encontraba a su alrededor, nunca mirando atrás, como si tratara de huir de algo que lo persiguiera. En esta carrera interminable dejo atrás a todos los seres, cuyo amor hacia el podía ser sincero, solamente rodeándose de otros parásitos, que así como el, solo reciben y no dan. De esta manera termino convirtiéndose en un Dj (no es que tenga nada en contra de ellos, simplemente me limito a contar la historia), talvez era el hecho poseer el control sobre los deseos de la gente, o simplemente el hecho de verlos moviéndose a su voluntad, era lo que le gustaba.
Esta era su vida, una cloaca oscura en la cual se esconden infinitas caras, infinitos rostros, todos lo conocen, todos lo olvidan, el es un rey y un esclavo. Pero aun así aquí se esconde, huyendo de la prisión que poco a poco se acerca y talvez la portadora de esta sea una cara en la oscuridad.
Así llego el día siete, en los ojos de una mujer encantadora que pareciese que hubiera sido hecha para el. Sus palabras, su aroma, todo era perfecto, demasiado perfecto; el movimiento de sus piernas marcaba el camino, el ultimo camino que habría de recorrer. ¿Traspasaría el lumbral de la puerta? ¿Seguiría a esta mujer al interior de ese cuarto? Talvez si hubiera recordado el primer instinto que tuvo al nacer, no lo hubiera hecho, pero lo hizo y atrás de el se cerraba la puerta y con esta el gran declive que fue su vida.
Sentada sobre la cama con una absoluta confianza la mujer estiro su mano, dándole a conocer a Eric los dos objetos que terminarían por regir su vida. 1, 2, 3, 4, 5, 6, nunca estos seis dígitos habían tenido tanta importancia. Si los dados marcaban el nueve, Eric tendría a esta diosa y podría escapar de esta prisión tenebrosa; si los dados marcaban siete Eric tendría que permanecer en este cuarto, hasta que los dados volvieran a marcar el siete.
Siete meses han pasado y aun cada mañana Eric tira los dados, siempre esperando, siempre deseando, aun sin saber que este juego que juega hace mucho que lo perdió.

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