miércoles, 29 de agosto de 2007

El Cuarto

Sus ojos se abrieron de nuevo, y su mente que aun se incorporaba, rezaba para que aquellos últimos recuerdos que la embargaban, fueran nada más despojos de un mal sueño. Aquella luz, no había duda, todo había sido cierto y los dados que se encontraban tirados en el piso así lo confirmaban.

Todo era tal y como lo recordaba en sus sueños; La alfombra roja que cubría el piso, la cual despedía ese olor entre amargo y agrio característico del vomito humano. Esas paredes verdes, que cada vez que las miraba parecía que se movían frente a sus ojos. Y aquel techo azul, que habría hecho sin ese techo azul, talvez los días nunca hubieran tenido fin.

Lentamente se sentó como lo había hecho infinidad de días antes y procuro no estallar en llanto como lo hacia antes, ni estallar de ira como lo hacia ahora. Eric se paro y se dirigió al pequeño baño, aquel que lo libro de haber empezado a utilizar su imaginación para disponer de sus desechos. Se miro en el espejo aunque últimamente trataba de no hacerlo. Salio de nuevo al cuarto y observo el reloj que se encontraba incrustado en la pared sobre la cama. Como deseaba que fuera un reloj digital, pues los ruidos internos de esta maquina del tiempo estaban por volverlo loco. El reloj marcaba las siete menos cinco, lo cual indicaba que se acercaba la hora de tirar los dados.

Pasaron los cinco minutos y Eric se disponía a tirar los dados cuando de la puerta se escucho un ruido. La perilla se volteo y la puerta revelo la silueta de una pequeña niña que entraba al cuarto. La puerta se cerro detrás de ella, mientras su pequeña voz le decía "Eric detente, el tiempo de esta prueba ya ha paso y has fallado, ahora es mi turno.”

1 comentario:

Estructuras Narrativas dijo...

Bien Harold, hay que hacer varios ajustes, pero es una muy buena descripción del universo físico del personaje.